¿Hay algo gratis en el mundo de la industria cultural?
El otro día mientras la cabeza me daba vueltas en una playa casi vacía en el mes de julio con un tiempo espléndido me iba y venía venía de manera machacona el pensamiento recurrente de "nos están engañando", "todos nos quieren vernder duros a cuatro pesetas" y al rededor de esa sensación de que nos lo regalan, unos, los otros, montan sus estrategias defensivas.
Vuelvo a la manida, ya casi, dialéctica entre digitalización, disposición de los contenidos, dejámelo a mí que yo te lo hago, no no te lo dejo que yo no me fío que haber cómo cobro, que mira que eres un antiguo que el papel desaparecerá, que no que no te enteras que no todo es igual, que dije diego, pero quise decir digo, que vámonos a Santander y ahí seguimos y mientras tanto tenemos a todos entretenidos.
Y se nos llenan los periódicos y ya con anterioridad blogs, revistas y suplementos de entradas, incluído éste, sobre el mismo tema, provocando con ello una sensación de que debe ser lo único que importa, en donde parece, casi, jugarse, el futuro de los contenidos, quizás, ya a un alcance descontextualizado y siempre en manos, desde su aparente trasparencia y libre acceso, de sociedades, en la mayoría de los casos, anónimas, ¡qué curiosidad!, que juguetean con ellos, sin saber el resto de los humanos quiénes juegan, ni en manos de quién están, siempre con la punta del hilo de su parte para mover el sedal a su antojo desde, en todos los casos, la capacidad, casi, de manejo en exclusiva.
Unos denuncian la falsa gratuidad, pero sin tocar, su "falsa" labor cultural. Se hacen, también y quizás sin querer, comparaciones tramposas cuando se dice El libro está producido con bastante eficiencia, con una relación calidad-precio muy lograda. Hacemos libros baratos; la música, en cambio, era relativamente cara, con márgenes injustificados en algunos casos. No nos equivoquemos la música no se produce, se produce el CD, el DVD, la música se crea, se compone, al igual que el texto literario. Comparemos soportes con soportes y creación con creación y en esa comparación digamos qué nos parece caro y barato, que no deja de ser un concepto relativo de valor.
Al final, la trampa se descubre: parece preocupar el soporte, el elemento de mediación que es donde parece estar el negocio, de todos los anónimos. Y, así, en el camino, se aprovecha el viaje para lanzar algunas salvas colaterales ante otros posibles elementos de intermediación que impiden o dificultan a veces esa unión indisoluble entre autor y editor.
Otros, como falsos profetas, nos ofrecen la vida eterna sin que sepamos quién nos la ofrece porque sólo sabemos que es una "marca divina".
Siempre, o casi, parece que las reacciones surgen del miedo. Mal camino para la creación y para leer la realidad en clave de oportunidad .
Al rato, me doy cuenta que estoy sin sombrilla. Quizás todo lo anterior ha sido fruto de la insolación, pero yo no me fío de ninguno, ni de los profetas ni de los detentadores de la moral. Son, al final, los mismos.
2 comentarios
Txetxu -
Me lo haré mirar.
Fernando -